Érase una vez un protagonista de una película que era muy olvidadizo, se tenía que aprender dos hojas del guión pero nunca lo recordaba. Un día se puso una grabadora en el oído para recordarlo, pero eso no dio resultado.
Un día antes de la actuación solo recordaba una hoja, un espectador que vivía en la Seu d’Urgell le dijo que el también era olvidadizo el protagonista le dio el papel, le iba diciendo lo que le tenia que decir. Al final el protagonista fue uno de los mejores del mundo.
Un día antes de la actuación solo recordaba una hoja, un espectador que vivía en la Seu d’Urgell le dijo que el también era olvidadizo el protagonista le dio el papel, le iba diciendo lo que le tenia que decir. Al final el protagonista fue uno de los mejores del mundo.
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Ernesto Oviedo