Nació en 1852 en Petilla de Aragón (Navarra), vivió su infancia entre continuos cambios de residencia por distintas poblaciones aragonesas según el trabajo de su padre, que era médico cirujano, su familia abandonó su pueblo natal y se mudó a Lanés (1854) Luna (1855) Valpalmas (1856) y Ayerbe (1860). De carácter muy travieso y con una gran determinación, Santiago mostró, desde pequeño aptitud para las artes plásticas, especialmente para el dibujo.
Su inteligencia y constancia no se reflejó, sin embargo, en su vida como estudiante, ya que detestaba el memorizar de carrerilla. Su espíritu rebelde le cosechaba enemistad entre los frailes, que le impartían clase, que empleaba de métodos violentos y autoritarios. Realizó los estudios primarios con los Jesuitas en Jaca y los de bachillerato en el instituto de Huesca en una época marcada por la agitación social, el destierro de Isabel II y la Primera Republica, proclamada justo cuando finalizaba sus estudios de bachillerato en Huesca.
Cuando Santiago contaba 21 años (en 1873) se jactaba de su gran fuerza física, hasta que un compañero de clase le ganó un pulso. Determinando y obstinado a que no sucediera de nuevo, decidió apuntarse en Zaragoza a un gimnasio. Este deporte le trajo hasta el punto de llegar a ser uno de los mejores culturistas de Zaragoza.
Su inteligencia y constancia no se reflejó, sin embargo, en su vida como estudiante, ya que detestaba el memorizar de carrerilla. Su espíritu rebelde le cosechaba enemistad entre los frailes, que le impartían clase, que empleaba de métodos violentos y autoritarios. Realizó los estudios primarios con los Jesuitas en Jaca y los de bachillerato en el instituto de Huesca en una época marcada por la agitación social, el destierro de Isabel II y la Primera Republica, proclamada justo cuando finalizaba sus estudios de bachillerato en Huesca.
Cuando Santiago contaba 21 años (en 1873) se jactaba de su gran fuerza física, hasta que un compañero de clase le ganó un pulso. Determinando y obstinado a que no sucediera de nuevo, decidió apuntarse en Zaragoza a un gimnasio. Este deporte le trajo hasta el punto de llegar a ser uno de los mejores culturistas de Zaragoza.
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Ernesto Oviedo