Érase una vez una madre que tenia dos niñas. Una, muy mala y maleducada que raramente era la preferida porque era como ella y otra buena y amable que hacia todas las tareas de casa y hacia todo lo que le decía su madre. Una vez la mando al súper a comprar una botella de agua. Al salir de el súper le pregunto una vieja le pidió agua y la niña se la dio y la vieja le dijo que cada vez que diría una cosa buena le saldrían rosas y diamantes. Cuando llego a casa la madre le echo la bronca y la niña pidió perdón y le salieron rosas y diamantes de la boca. Después mando a la niña mayor haber si la pasaba lo mismo y cuando la niña mayor salio la viejecita le pidió agua y la niña le dijo que se fuera a la fuente. La vieja le dijo que cada vez que diría cosas malas la saldrían sapos y culebras de la boca y cuando llego a casa le pregunto la madre como le había ido la niña mayor contesto mal y le salieron sapos y culebras por la boca. La madre se dio cuenta que la mayor estaba demasiado mimada.
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Ernesto Oviedo